Hemisferio Norte
Todo está contenido en una semilla. De ella emergen las potencialidades y en ella se recoge el eterno movimiento de la vida-muerte-renacimiento.
Vivir es ser la semilla que crece en espiral descendente hacia lo más profundo de nuestro ser y en espiral ascendente hacia la Luz por nuestras ramas que florecen, dan fruto y renacen en cada ciclo. Y así, en cada vuelta espiral, ciclamos en sincronía con las estaciones, las fases de la luna, los astros y los ciclos cósmicos.
La semilla de la vida es el centro de Ciclos Pachamama. Una semilla-corazón ecofeminista que “pone el cuidado de la vida en el centro”. Cuidar la semilla requiere de paciencia, confianza y nutrición que sustente su crecimiento.

Desde Ciclos Pachamama acompañamos los ciclos vitales invitando a conectar con nuestro centro, recorriendo caminos de autoconocimiento y crecimiento personal donde tomamos la fuerza de nuestras raíces, sentimos el flujo de la savia que nos nutre y sustenta, apreciando las flores que regalamos en primavera, los frutos maduros que cosechamos en verano y la poda regeneradora que libera lo que no sirve en nuestros otoños, para recoger la semilla que permanece oculta en nuestros inviernos hasta el próximo ciclo.
Hoy, Solsticio de Invierno en el hemisferio norte, honramos la entrada al invierno. Un tiempo yermo donde aparentemente no pasa nada y sucede todo. Este tiempo de barbecho, de descanso invernal, es el tiempo necesario para regenerarnos. Sabia naturaleza que descansa sin remordimientos, paciente y confiada de que, nuevamente, la vida emergerá a su ritmo desde las profundidades. Porque la vida es una apuesta a lo que sí germina y una entrega a lo que ya no es necesario. Perpetuando la continuidad de la vida en el eterno ciclo de vida y muerte.
Nuestras celebraciones, ya sean cristianas, judías, africanas, hunden sus raíces en un pasado pagano en el que el Sol se detiene por tres días. Hoy, Solsticio de Invierno, es el día en que el dios Sol muere y renacerá en el vientre de la Diosa en la noche más larga del año. Y es por ello que todavía traemos el perenne árbol al interior de nuestros hogares, cuando los demás ya se han desnudado por el frío invierno, y lo iluminamos con luces y velas para acompañar a la Diosa Madre en su trabajo de parto del dios Sol.
Este tiempo, hacemos un Llamado a la Luz en el momento más oscuro que podamos imaginarnos. Bajo las profundidades de la tierra, en la oscuridad alquímica se gesta el principio de la vida. Honrando la Muerte tomamos la Vida.
Esta noche, la noche más larga del año, te invito a detenerte como el Sol, para recibir desde esa quietud la llegada de la Luz que te habita y renace en este Solsticio.
Feliz Renacer en Ciclicidad
